Las creencias son certezas derivadas de aceptar que lo que pensamos es cierto en nuestra mente y sentimos que es verdad también en el corazón.

Las creencias se viven como reales, basadas en pruebas y experiencias personales ya que son una forma de interpretar las experiencias que vivimos para tener unos patrones predecibles, constantes y repetitivos que nos den seguridad. Actúan como filtros de una cámara, cambiando la forma en que vemos el mundo.

“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes… tienes razón” 

Henry Ford

¿De dónde vienen nuestras creencias?

De lo que dice la ciencia, la historia, la religión, la cultura, los medios de comunicación, nuestra familia y antepasados, de nuestras emociones, condicionamientos y asociaciones…

Las creencias se desarrollan a partir de nuestra experiencia personal y de como resolvemos nuestras necesidades emocionales, esto está influido por la familia en la que hemos nacido, la sociedad en la que vivimos y sus medios de comunicación, así cómo a la cultura a la que pertenecemos, nuestro mundo, que nos dice en todo momento como
ha de ser nuestra vida.

Por ejemplo el objetivo de la publicidad es grabas creencias en nuestro inconsciente que nos lleven a consumir sus productos que suelen estar asociados al éxito, el reconocimiento, la belleza, a ser especial, diferente…

Lo bueno, lo malo, los juicios, lo que nos gusta y lo que no nos gusta, las pautas de conducta de nuestros cuidadores, todo queda almacenado en el inconsciente, por lo que las creencias de otros se convierten en el fundamento de lo que consideramos verdadero con respecto a nosotros mismos y al mundo.

Todas las creencias se viven con certeza, son una película mental de cómo somos, son el cimiento para construir nuestra identidad, pero no son ni verdaderas ni falsas, solo son creencias.

Si observamos nuestra economía, nuestras relaciones de pareja o amigos, nuestros logros y miedos… podemos ver que cada decisión que tomamos pone en marcha una corriente que afecta a nuestras vidas y al mundo que nos rodea. La realidad sólo existe donde nuestra mente se enfoca y todo lo que experimentamos está dentro.

El sentimiento y la creencia son los programas, nosotros somos los programadores que creamos: somos los arquitectos de nuestras vidas por lo que la unión de pensamiento y emoción genera un poder que puede cambiar nuestra realidad.

Cuando somos capaces de observar nuestros traumas sin juicios, cuando comprendemos que somos nosotros los que atraemos las circunstancias que vivimos, cuando asumimos que habitamos en un Universo participativo, dejamos de vivir la vida como un accidente lleno de cosas inconexas, y pasamos a vivir una vida como un todo interconectado.

Somos los artistas de nuestra propia vida

Debemos convertir nuestra vida en aquello que queremos experimentar en el mundo, para ello debemos introducir la imagen de lo que deseamos, lo que soñamos o anhelamos en nuestro corazón y vivir como si ya lo hubiéramos llevado a cabo transformando nuestro sueño futuro en un hecho presente.

Hay que tener presente que para cambiar una creencia tenemos que tomar conciencia de ella y observar en como se manifiesta en nuestros hábitos y costumbres ya que si no observamos e integramos nuestras creencias más profundas no las podremos cambiar, para ello debemos dejar que la mente emplee la lógica convenciéndonos de la existencia de nuevas posibilidades y el corazón adopte una nueva emoción, sintiendo que esta es verdad.

Así las limitaciones del pasado quedan obsoletas y la vieja creencia se reemplaza por una nueva y poderosa realidad.

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