“Lo que le pasa a uno nos afecta a todos inevitablemente”

El poder de pertenencia hace referencia a la seguridad y confianza que nos da el pertenecer a un grupo o familia. Somos animales sociales y en consecuencia tenemos la necesidad de estar en contacto los unos con los otros.

La verdad sagrada “Todos somos uno”, nos da el mensaje de que estamos conectados con todo lo que vive y que cada opción que hacemos y cada creencia que tenemos influye en la totalidad de la vida. Esta verdad tiene su expresión física en el honor, la lealtad, la justicia, los lazos familiares y de grupo, la conexión y la afirmación, la necesidad de cimiento espiritual y la capacidad de utilizar el poder físico para sobrevivir.

Nos damos cuenta de que “Todos somos uno” cuando empezamos la vida en el seno de nuestra familia. Pertenecer a un grupo es una necesidad primordial, ya que dependemos del grupo para cubrir las necesidades básicas de supervivencia.

Mediante las interacciones con la familia y otros grupos aprendemos el poder de compartir una creencia con otras personas. También nos enteramos de lo doloroso que es ser excluido de un grupo y de su energía. En el grupo aprendemos el poder de compartir un código moral y ético que se transmite de generación en generación. Este código de conducta guía a los niños de la familia o grupo durante sus años de desarrollo, proporcionándoles un sentido de dignidad y pertenencia.

Dentro del grupo se nos enseña a hacer elecciones y tomar decisiones conforme a lo que aprueba el grupo, adoptamos sus modales sociales, formas de vestir y actitudes.  Esto simboliza la unión de la fuerza de voluntad individual con la del grupo. Pertenecer a un grupo de personas o un grupo familiar con el que nos sentimos a gusto espiritual, emocional y físicamente produce una fuerte sensación de poder. Esta unión nos capacita, nos autoriza, y aumenta energéticamente nuestro poder personal y nuestras fuerzas creativas. Nos unimos para crear.

El viaje hacia El Ser Interior consiste en tomar conciencia de nuestro poder y de la forma de utilizarlo. Tomar conciencia de la responsabilidad que entraña el poder de elección representa la esencia de este viaje. Para ello evaluamos las creencias, las ponemos en duda si no nos apoyan y las abandonamos o las reforzamos si nos acompañan y nos ayudan en nuestro progreso particular.

Las crisis de la vida nos dicen que necesitamos liberarnos de las creencias que ya no nos sirven para el desarrollo personal. Estas crisis que nos obligan a elegir entre cambiar o estancarnos son los mayores retos. El cambio significa dejar a personas y lugares conocidos para avanzar hacia otra fase de la vida. Para desafiar al poder de pertenencia tóxico, el que no nos sirve porque nos limita, nos obliga a hacer cosas en contra de nuestra voluntad, seguir leyes que no están en concordancia con nuestra espiritualidad y que inculcan patrones de comportamiento negativos y poder hacer uso del poder de pertenencia que realmente nos obliga a avanzar y que hace gala de la verdad sagrada “todos somos uno” tenemos que cultivar una serie de actitudes: la lealtad, el honor y la justicia.

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