Esta técnica es muy útil para desarrollar la concentración mental y para entrenarnos en la atención plena. Para realizarla necesitaremos una pieza de fruta (manzana, plátano, pera, etc.) ni muy pequeña ni muy grande, que nos quepa en la palma de la mano.

Empezamos situándonos cómodamente sentados, con los pies firmemente apoyados en el suelo y la espalda recta. La ropa que llevemos ha de ser cómoda y que no apriete, para que la atención no se dirija hacia esa incomodidad y así no nos distraiga.

Realizamos tres respiraciones profundas, inspirando y espirando por la nariz y a continuación seguimos respirando con normalidad, a nuestro ritmo.

Para empezar vamos a centrarnos en el sentido de la vista, para ello situamos la fruta frente a nosotros, sobre una mesa, sin tocarla, procedemos a observarla y a describir todo lo que vemos, el color que tiene, las diferentes tonalidades que nos muestra la superficie de la piel, la forma…, si es rugosa y tiene pequeñas hendiduras en la superficie, si es más ovalada en un lado que en el otro, si es alargada…, si acaba con una ramita o en punta, etc. Todos los detalles que observamos a través de nuestros ojos, sólo fijándonos en la fruta y omitiendo todo lo demás que hay a nuestro alrededor. Podemos describirla en voz alta, mentalmente o ir escribiendo todo lo que vemos en una hoja de papel.

Cuando creamos que hemos acabado de describir toda la información que nuestros ojos nos están revelando procedemos a coger la fruta con las manos y nos centraremos en nuestro sentido del tacto. Si nos apetece podemos cerrar los ojos para que el sentido de la vista no nos distraiga. Vamos a describir todos y cada uno de los detalles que nos va revelando el sentido del tacto a través de la piel de nuestras manos en contacto con la fruta. ¿Qué es lo primero que sentimos?, ¿Qué nos está describiendo?, ¿Que información nos está dando?. Vamos detallando todo lo que nuestra piel en contacto con la fruta nos está diciendo… si la superficie de la fruta es rugosa o lisa, si es suave… la forma, si es redonda, alargada, ligeramente curvada… si tiene protuberancias, si hay imperfecciones… También sentimos el peso en nuestras manos, se nos van revelando innumerables detalles que nos van describiendo, a través del tacto, mucha información de la fruta. Podemos describirla en voz alta, mentalmente o podemos escribir todos los detalles en una hoja de papel.

Cuando creamos que hemos acabado de describir todo lo que nos revela nuestro sentido del tacto procedemos a cerrar los ojos y nos acercamos la fruta a la nariz. Realizamos un inspiración y olemos la pieza de fruta, observamos la sutileza del aroma, si es intenso o casi imperceptible, quizás nos revele que la fruta está madura o quizás que todavía está un poco verde… nos deleitamos en el aroma de la fruta y evocamos otros momentos en los que hemos olido frutas similares pero que tenían una ligera diferencia con respecto a esta en particular, al fin y al cabo cada fruta es diferente aunque sean de la misma especie. Describimos con todo lujo de detalles la información que nos está revelando nuestro sentido del olfato, podemos describirlo en voz alta, mentalmente o escribiendo todo lo que se nos ocurra en una hoja de papel.

Cuando creamos que hemos acabado de describir lo que nos revela nuestro olfato procedemos a morder la fruta y vamos a saborear, a través de nuestro sentido del gusto un bocado de fruta. Lo masticamos poco a poco, sintiendo la textura a través de nuestra boca, notamos cómo las papilas gustativas empiezan a secretar saliva y vamos saboreando la fruta. Intentamos describir

lo que nos transmite el sabor, si es dulce… si es jugosa… si es amarga… si me produce un escalofrío su acidez… si me refresca… vamos describiendo completamente concentrados en lo que nuestro sentido del gusto nos va revelando de la fruta poco a poco, sin prisa. Buscamos las palabras que nos ayuden a explicar todo lo que vamos “sabiendo” y revelando de la fruta a través del sentido del gusto.

Una vez tengamos toda la descripción que nos proporciona el sentido del gusto realizada procedemos a dar otro bocado a la fruta y cerrando los ojos, ahora vamos a escucharnos masticar ¿qué sonidos escucho dentro de mi boca?, ¿Qué me revelan de la textura de la fruta?, ¿Es firme y cuando muerdo se escucha un chasquido o por el contrario es una textura blanda y casi no emite ningún sonido?… escuchamos, agudizamos el oido e intentamos describir lo que estamos escuchando y qué nos revela de la fruta. Quizás escuchemos algún ruido procedente de nuestro estómago cuando recibe el bocado de fruta que acabamos de ingerir…

Poco a poco vamos teniendo una gran cantidad de información que nos revela una simple pieza de fruta y nos damos cuenta que en realidad no es tan simple y que nuestros sentidos nos proporcionan, a través de la experiencia, todo lo necesario que necesitamos saber, sólo tenemos que estar atentos.

Una vez finalizado el ejercicio vamos a observa atentamente lo que nos queda de la fruta con todos los sentidos a la vez, la vamos a mirar por todos lados, la vamos a sostener amorosamente con las manos, la tocamos… nos sigue revelando información, ya no es la misma fruta con la que empezamos el ejercicio, ahora es una fruta muy distinta… Si nos apetece podemos seguir comiendo de la fruta otro bocado hasta que estemos saciados, mientras escuchamos los sonidos que hacemos al morder y masticar, todos los sentidos a la vez…

Para terminar nos vamos a concentrar en nuestro sexto sentido, vamos a prestar atención a cómo nos sentimos ¿qué sensaciones tenemos?, ¿Estamos contentos, saciados, estamos sorprendidos?, ¿Qué sentimos después de haber hecho este ejercicio de atención plena?… Podemos describir todas las sensaciones en voz alta (mientras nos escuchamos a nosotros mismos y sentimos las vibraciones de nuestras cuerdas vocales en la garganta), las podemos describir mentalmente o escribir en un papel.

Una vez finalizado el ejercicio volvemos a cerrar los ojos, hacemos tres respiraciones profundas y abrimos los ojos nuevamente.

Si hemos descrito en una hoja de papel todo lo que nos ha transmitido la fruta podemos releer lo que hemos escrito, seguro que nos sorprende la cantidad de cosas que hemos redactado y de las que normalmente no somos conscientes.

Para ir un poco más allá podemos volver a realizar el ejercicio pero esta vez imaginando la fruta, no utilizando la manzana física, sino imaginando todo el proceso utilizando únicamente nuestra imaginación. Para ello vamos pasando por los mismos pasos realizados anteriormente pero imaginado, con todo lujo de detalles, la fruta en nuestra mente. Vamos a ir pasando de un sentido a otro, a través de nuestra imaginación, sintiendo y recordando todo lo que nos ha transmitido la fruta y viviendo a revivir a través de nuestros sentidos toda la información que nos ha revelado la manzana con nuestra observación exhaustiva, pero esta vez, utilizando los recuerdos que han quedado almacenados en nuestra mente.

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